Cuenta un cuento japonés, que Mima SAKAMOTO nació y se crió en una ciudad japonesa llamada Shizuoka, recibió el apellido de su madre oriunda de aquella ciudad, casada con su padre, un norteamericano que decidió quedarse a vivir en JAPÓN por amor. Ambos decidieron respetar las antiguas tradiciones japonesas y que el legado SAKAMOTO siga su curso natural como suele ser costumbre. A través de su figura materna recibió el conocimiento milenario del cuidado de la piel. Esta perspectiva de skincare es transmitida generación tras generación constituyéndose en un legado que cada mujer guarda para sí y transmite de mujer a mujer. Habiendo nacido en una ciudad japonesa de gran belleza natural rodeada de bosques y montañas, aguas termales y vegetación diversa, siente una profunda conexión con la naturaleza desde temprana edad. Comprendió que su entorno guardaba tesoros en forma de plantas, hierbas, frutos y flores que contienen principios activos que son la base fundamental del cuidado de la piel. Y, aún más, su uso es milenario y ha trascendido la barrera del tiempo. Su curiosidad constante la lleva a profundizar sus conocimientos sobre estos principios activos, cómo se utilizan, cómo pueden aplicarse en el rostro, qué fórmulas son las más exitosas, el orden en el que deben ser aplicados. Pero comprendió algo más, no se trata únicamente sobre los productos que se aplican en el rostro, sobre su rutina, entendió que el cuidado milenario japonés de la piel, es una filosofía de vida, un estilo de vida, una experiencia. Es, sin más, una ceremonia, un ritual. Se preguntó si todas las mujeres alrededor del mundo concebían el cuidado de la piel del mismo modo. Y fue así como quiso conocer el mundo occidental y cómo las mujeres veneraban su belleza. Apoyada por su padre, que era oriundo de Estados Unidos, emprendió un viaje de descubrimiento hacia New York. Fascinada por el contraste con su ciudad natal, se enamoró del universo occidental, las calles newyorkinas, las tiendas departamentales, las mujeres empoderadas, la tecnología, la industria y tantas otras cosas que hacían de esta ciudad, el lugar más cosmopolita que conoció. El mundo occidental y sus mujeres también ponían en el centro de la escena diaria al cuidado de la piel y al mantenimiento de su juventud y belleza. Una mañana de domingo, mientras ejercitaba por el Central Park, un árbol, que nunca había visto antes allí, despertó su atención...¿acaso podía ser? ¿era el árbol que imaginaba?...se acercó lentamente y comprobó que se trataba de un Gingko Biloba, un árbol milenario japonés que representa la fuerza, la energía y la inmortalidad. Aquel árbol que tanto tuvo que ver con su infancia. Ese árbol que se erige en el Central Park, es la fusión perfecta entre sus orígenes, una cultura milenaria y una ciudad que exhibe los cimientos del mundo occidental erigidos sobre la modernidad y la tecnología. Mima SAKAMOTO entendió su misión, su propósito. Fue así como decidió realizar un curso de cosmética natural en Paris, Francia, en donde perfeccionó su técnica milenaria y aprendió nuevas formulaciones naturales y la elegancia francesa. Su bagaje cultural ancestral es interpelado por el universo occidental para generar un perfil de productos cosméticos innovadores y disruptivos para el cuidado de la piel que respetan el medio ambiente y su relación con la naturaleza, que promueven la belleza femenina combinando principios activos milenarios junto a las más novedosas tecnologías, creando para las mujeres y por las mujeres, una ceremonia que honra la piel. Así nace Glousy, una marca de cosméticos naturales, veganos y cruelty free, con su isologotipo de una hoja de Gingko Biloba, que representa el espíritu de la fuerza y la energía, que se caracteriza por aportar rutinas eficientes y productos encantadores, inspirada nada más y nada menos que por la mismísima MIMA SAKAMOTO y su propósito de vida. Una mujer enigmática cuya presencia física y temporal es imposible de precisar. Ella ya no es de ningún lado, más ahora es del mundo, es etérea.